Alfabetización Inicial (la puerta de entrada al mundo letrado)

Esperé con ansias este segundo cuatrimestre por varias razones. Entre ellas cursar una materia. 

Soy maestra y estudiante. Maestra de oficio, autodidacta y por elección álmica más que áulica porque es mi alma o mi espíritu el que me lleva a transitar los espacios y situaciones más disímiles en cuanto a enseñar se trate. En cuanto a aprender también. Porque uno aprende a enseñar, enseñando. Dándose a la tarea de. Y en esa acción radica un gran aprendizaje que no asume marcos teóricos, pues es un tipo de aprendizaje que solo la experiencia te da. 

Aunque hasta ahora no tuve ni la más remota idea de lo que es y significa alfabetizar y del gran proceso que conlleva, yo decía que era (y soy...) "alfabetizadora", de infancias y adulteces. ¡Lo decía porque lo era y lo sentía (y lo siento), y además los resultados lo demostraban! (y lo demuestran) Durante más de 20 años, con las herramientas rudimentarias de quien aprendió a leer y a escribir el siglo pasado en los comienzos de la década del 80, cientos de sonrisas iluminadas por la sorpresa asombrosa de empezar a leer y escribir poblaron mi casa y cada espacio donde habité: un motor home y un hostel en Córdoba, 2 cabañas y un arroyo en el medio de las sierras, las plataformas virtuales... la vereda. Digo ni la mas remota idea, por el impacto que ahora sé que provoca la alfabetización tanto en el que la brinda como en el que la recibe. Me gusta decir, para borrar esta marca del dador de algo: con Juana NOS estamos alfabetizando.

Soy estudiante del profesorado de enseñanza primaria en el Ens 3 de Villa Lugano desde 2022, ya estoy en lo que se diría el tercer año de la carrera. En este momento se cursa la materia más troncal, a decir de muchos, de la misma: Alfabetización inicial. No soy la única que la esperó con ansias.

La profesora es una tromba. Desde que entra hasta que salimos del aula (ella siempre sale última) despliega de una forma deliberada y concreta toda su planificación meticulosa y exigente. En realidad, CASI toda, porque más allá de que sus clases son 4 horas de pura intensidad y tensión llena de palabras, siempre de los siempre siempre nos quedan cosas por ver con ella. Esto nos entusiasma a todos los que participamos de cada ceremonia. Porque eso son sus clases: ceremonias o rituales de iniciación. En cada una nos lleva de viaje por caminos insospechados y vertiginosos para mostrarnos de la mano de Emilia Ferreiro, la forma de hacerlo: Alfabetizar. Y nos dice y nos recontra dice que es complejo. Ella utiliza esa palabra porque además de serlo categóricamente (lo de "complejo") ve nuestras caras de desconcierto ante tanta información (no nos dan las manos para anotar todo lo valioso que, en ese despliegue, la caracteriza).

El primer trabajo fue: Escribí un relato, en primera persona, que evoque algún recuerdo en relación a la alfabetización en la escuela. 

Es este primer trabajo que hicimos lo que entre tantas palabras necesito compartir hoy:

 

“Estamos hablando del futuro y los niños son parte del futuro.

Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio”

Emilia Ferreiro

 

Inicié mis estudios de enseñanza primaria en el año 1980 en plena dictadura cívico-militar en un colegio salesiano mixto del barrio Parque Avellaneda de la capital federal luego de haber transitado “jardín y preescolar” en el mismo colegio los dos años anteriores.

De esos dos años anteriores no recuerdo nada más que las mesas circulares, mi delantal verde y mi bolsita verde, algún juego… pero nada que tenga que ver con letras o números.

 

Mi maestra de primer grado se llamaba Cecilia. Era alta. Tenía el pelo cortito y bien oscuro. Era muy amorosa. Al día de hoy puedo sentir su tranquilidad al enseñarnos los primeros pasos en nuestra alfabetización. (Ahora que escribo me vienen a la memoria más recuerdos.)

Hacíamos los famosos palitos, las montañitas al derecho y al revés, palitos oblicuos, eles o rulitos grandes y chiquitos. Todo en cuadernos con hojas rayadas desde el primer día de clases y con lápiz.

Tengo el olor impregnado en el cuerpo de esos cuadernos nuevos y usados, el olor de los útiles, del aula y también mis ganas de aprender.

En un momento del año empezamos por fin a hacer las “casitas de las letras” que tenían techo y estaban divididas en 4 (o sea, era un cuadrado dividido en 4 cuadraditos con un triángulo dibujado con el lado superior del mismo. Vale decir que los míos eran todos cuadrados rectángulos y que los triángulos eran todos equiláteros. Yo también tengo TOCS desde chica).

De todas las letras (¡porque las hicimos todas!) recuerdo solo la A, a y las cursivas correspondientes. ¿Será porque mi nombre empieza con a? que sólo recuerdo esa letra y muchas casitas?

 

Sigo escribiendo y sigo recordando. ¡El acto de escribir me activa y aparece el libro! Sí, teníamos un libro de “lectura” en el que había frases del tipo “Mi mamá me mima” y fue muy emocionante recorrerlo, espiarlo, adelantarme en sus páginas intrigantes y llenas de magia.

 

Los cuadernos se poblaban de renglones llenos de ma-ma-ma-ma-me-me-me-me, ta-te-ti y así con todas las sílabas formadas con todas las consonantes y las vocales. También hubo muchas palabras repetidas y finalmente oraciones.

Me gustaba escribir al dictado. ¡Mucho! Escuchar atenta la pronunciación de la seño, esperarla, descubrir en la escritura esa palabra que ella había elegido para nosotros.

 

Sentí que un mundo nuevo y profundamente brillante se abrió ante mí cuando escribí una palabra con z. Ya era noviembre y habíamos aprendido todo el abecedario. ¡Mi alma rebosaba de felicidad!

 

El broche de oro fue empezar a usar la lapicera Parker con los cartuchos de tinta azul, el secante… escribir directamente en cursiva desde ese día y para siempre. (Amo escribir en cursiva, pero creo que este amor me lo da el ejercicio constante con la escritura desde que aprendí a leer y a escribir.)

Y aunque no recuerdo el momento exacto en el que se produjo esa luz que aparece en los ojitos de quien se escucha por primera vez leyendo o se vé por primera vez escribiendo solo, se me asemeja todo el primer grado como un gran ritual de iniciación vivido con mucha naturalidad, como un proceso ineludible y muy muy muy placentero.

Araceli, agosto 2024


 Pd; Si tenés algún recuerdo que evoque este gran momento en tu historia y gustas compartirlo... con muchísimo entusiasmo te leo en los comentarios.


 




 

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